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LAS CUATRO REGLAS Y MI MAMA ME MIMA


¡Ah, la típica foto colegial de aquella época! No recuerdo si el hombre había pisado aún la Luna, pero en mis ojos se adivinaba ya a la niña pizpireta y vivaracha que quería comerse el mundo, y pensaba sólo en hacerse mujer para lograrlo. Una tía mía me llamaba 'la sabihonda', ¿adivinan por qué? No merecía ese descalificativo, pero tras él se escondía un elogio: ya despuntaba en el colegio. Fui su gran martirio, hasta que comprobó que mis ilusiones todavía no se habían hecho realidad. Ella murió en diciembre del pasado año. Yo, por mi parte, tía, espero seguir sintiendo curiosidad por la vida, me empeñaré en seguir aprendiendo, y cada vez que suene la palabra 'sabihonda' me acordaré de ti... que estás en los cielos. Al final, sé que me quisiste, aunque no quisieras admitirlo.